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La imagen no-binaria en los medios de comunicación



Bien sabemos gracias a años de teoría de género, que este no es lo mismo que sexo. Aunque algunos todavía osen utilizarlos como sinónimos o gente ajena a la teoría ignore este “detalle” y quiera perpetrar como ley que dependiendo de tu sexo te pertenece respectiva vida. Hoy, tanto en estudios como en la praxis y virtualidad, existen miles de formas y nombres para representar tu género. Puedes ser hombre o mujer independientemente de qué tengas entre las piernas y puedes escoger ser ninguno de los dos.


El género es una norma, es decir, “opera dentro de las prácticas sociales como el estándar implícito de la normalización”.[1] Y por su efecto normalizante tiende a ser sumamente complicado de eliminar, de transformar y por ende, termina complicando la creación de nuevos géneros o cosas “ajenas” a este. La norma de género puede ser tan implícita que aunque tratemos de ser integradores e innovadores… nos deja en la estacada Y eso es lo que pasa últimamente con los medios de comunicación.


Lo no-binario es cualquier identidad de género que no entre dentro del binomio masculino-femenino. Que no se sienta parte de alguno de ellos o, que por el contrario, se sienta parte de los dos. Es decir, no se encasilla dentro del “ser hombre” o “ser mujer”. Ahora, explicaré algunas de las identidades no binarias y cabe decir que no son las únicas:


  • El intergénero es quien – independientemente de su sexo – sienta que tiene características e identidad de género masculino y femenino.

  • Los agéneros son aquellos que no se sienten identificados con ningún género del binomio masculino-femenino.

  • Los bigénero o pangénero son aquellos que se sienten identificados con más de un género.

  • Los género fluido son aquellos que cambian de género cada cierto tiempo.

  • Amalgagender – desconozco si el termino tiene una traducción al español – es como se han llamado algunos intersexuales que se identifican con su intersexualidad como identidad de género.


Este año el internet se “quebró” varias veces y una de ellas fue por la actriz Ruby Rose quien escandalizo y enamoró a varias con su estética andrógina, sus declaraciones sobre el género fluido y cómo no se siente “hombre o mujer”. El tema salió a flote en muchos periódicos internacionales y el internet se desbordó – sólo algunos meses como es costumbre – en estos menesteres. Yo misma cuando era joven y delgada solía tener una apariencia andrógina y sin duda es una estética placentera e interesante para muchas personas. ¿Pero qué nos dice sobre la representación de otras identidades de género esto?


Como muchas veces, los medios de comunicación nos dicen qué es lo bello, lo vendible y lo deseable. Crean o perpetúan la norma que “permite que ciertos tipos de prácticas y acciones sean reconocibles como tales imponiendo una red de legibilidad sobre lo social y definiendo los parámetros de lo que aparecerá y lo que no aparecerá dentro de la esfera social”.[2]


Dentro de los medios de comunicación existe un espectro demasiado pequeño de representación de lo no-binario. Sólo podemos ver o aceptar lo que nos parece atractivo, e idealizamos la mayoría del tiempo al no-binario como alguien blanco, delgado y masculinizado – ya que suelen ser personas asignadas como mujeres al nacer –. Les propongo el siguiente ejercicio: escriban “androginy” en google. Todo lo que verán son mujeres delgadas en sacos y con pelo corto. Un montón de fotografías artísticas demostrando que se puede estar en medio y aún ser deseable, atractivo a todos por igual.


¿Será que la heteronormatividad nos hace ver más atractiva a una mujer con rasgos masculinos pero aún delicados, que a un hombre “feminizado” o una mujer vestida como “hombre” pero gorda? ¿Si es gorda es “marimacha” pero si es delgada es “edgy”? Es bueno que se esté ampliando el espectro de identidades de género en las grandes medios de comunicación pero por qué se siguen estableciendo parámetros de lo que es o no aceptable, inclusive en lo que va más allá del binarismo hombre-mujer.


Existen personas no-binarias más allá de Ruby Rose. Existen personas no-binarias que ni si quiera expresan estéticamente su género o falta del mismo. Y, aunque admiro a las personas que se dedican al genderfucking ya que su estética me parece interesante y atractiva, no todas las personas que desencajan del binomio tienen que verse así o se esfuerzan por ello. Y ahora no sólo se genera una disforia de género, sino una disforia no-binaria. “No soy lo suficientemente delgada para ser andrógina”, “tengo pechos demasiado grandes para verme masculina el día de hoy”. Este tipo de binarismo aceptado y hasta cierto punto vanagloriado por los medios de comunicación sigue perpetuando ideas de belleza cisnormativas y sigue haciendo daño a aquellos que no se identifican con lo que ven en sus pantallas de televisión, celular o computadora.


Hay personas no binarias de todo tipo y color, y eso es lo que deberíamos aceptar y encontrar bello. La multiplicidad.



Citas:


[1] Judith Butler, Deshacer el género (Barcelona: Paidós), 69.


[2] Ibíd.


Referencias:




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