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Feminismo un trending topic


Es uno de esos días de diciembre donde despierto odiando muchas cosas, hechos particulares de este mes. Vamos, hay que admitirlo, a la mayoría nos ha pasado, un poco de sinceridad a veces nunca está de más, y menos en estas fechas donde la mayoría de las personas resultan estar súper interesadas por el resto del mundo y redimir acciones con regalos y mensajes. De pronto surgen en tu bandeja de entrada de correo electrónico al menos veinte notificaciones (por minimizar) de ventas nocturnas, promociones de un paquete premium navideño para iniciar el 2016 escuchando música sin comerciales, el banco te avisa del próximo pago de la anualidad de tu tarjeta de crédito para que sigas comprando con una tasa de interés “más baja”, la manzanita mordida te hace inventario atractivo de todo eso que podría optimizar tu vida tecnológica con solo hacer un clic y comprar, también aparecen tarjetas navideñas coloridas o de diseño minimal con mensajes de buenos deseos y de extensión corta, muy corta. El sitio web de videos te avisa del nuevo jingle navideño de Miley Cyrus, las ONG´s a las cuales te has adscrito por aquello de tu ciberactivismo y/o interés en una problemática social desde la comodidad del sofá en tu casa, te hacen llegar informes de cierre de año para decirte lo bien que han hecho las cosas para salvar el mundo y después te invitan a comprar regalos navideños que suman a la causa, y pues, quién querría dejar pasar una oportunidad especial para comprar regalos feministas. Pausa, ¿qué significa esto? Más allá de la estrategia de procuración de fondos, de verdad ¿cuál es el mensaje que nos están comunicando?


Dejando a un lado mis reacciones a estas fechas decembrinas, resulta interesante como el feminismo se posiciona en la cultura pop y en el consumismo, ni la navidad que es una festividad importante del cristianismo se salva (el chiste se cuenta solo ¿cierto?, o será necesario en otra entrada escribir algo sobre el cristianismo y su relación con la reproducción del sexismo), al final todo se centra en la economía y la comunicación puede ser una herramienta fundamental para lograr los fines del marketing social, este hecho puede tener diferentes aristas de análisis y crítica a favor o en contra, que cada quien juzgue desde su postura.


Personalmente me resulta interesante en qué sentido se está colocando la tendencia de lo que se comunica a partir del “feminismo”, de pronto parece que el empoderamiento y la sororidad están de moda, no busco descalificar esto, al contrario, ojalá que conceptos como estos con todo el posicionamiento ideológico y político que conllevan se coloquen como trending topic. Pero también es delicada la línea que juegan los medios de comunicación, la relación de poder entre quienes comunican, lo que comunican y a quienes comunican.


De pronto parece que las marcas han logrado tener mayor alcance que los años de luchas, construcciones, estudios y resistencias feministas. Lo noto en lo cotidiano con mis círculos sociales que ahora pronuncian y consumen la palabra fe-mi-nis-mo, cuando antes era inexistente en su discurso o intereses, incluso está en la sobremesa, mis amigxs me recomiendan películas, música, artículos web: -te va a gustar es súper feminista- dicen. ¿Pero qué idea de feminismo están adquiriendo? Feminismo no es solo nombrar a Emma Watson, Beyonce, el nuevo libro de Volpi, la última película de Mad Max, Las Sufragistas, etcetera; la representación del movimiento feminista no debería tener únicamente como referente un desfile de Chanel o un film en cartelera, vaya está increíble generar difusión como una estrategia para posicionar un tema, pero no hay que quedarse solo con la imagen, no por nada organizaciones internacionales como ONU Mujeres toma como Embajadoras de buena voluntad a figuras star, quienes tienen ya toda una presencia mediática y por ende mayor alcance con la población consumista. La star, es un producto que ha construido la industria del cine, no es insignificante es admirable, es una creación pura, totalmente apreciable.


Explica Lipovetsky (2015)[1], que el capitalismo desde el siglo XIX ha roto los cuerpos, las almas, pero por favor que no rompa con la representación del feminismo, los feminismos; que no los coloque como un objeto de consumo carente de posicionamiento político, y no es que haya que estar midiendo todo con el feministómetro pero si hay que generar la deliberación, justo para que el feminismo no se convierta en una tendencia kitsch carente de valor, que no sea una pieza que unx solo compra o regala para sentirse más emancipada, más sororal; en este sentido es importante cuestionar el papel que tienen los medios de comunicación y su relación de poder con el público a quienes dirigen sus mensajes.


De acuerdo con los teóricos pluralistas que analizan las relaciones de poder, el poder no es algo vago, éste se vincula con todo lo que implica el conseguir lo que se quiere, con recompensas o castigos. El poder se tiene o no se tiene.


A consigue que B haga lo que A quiere independientemente de lo que B quiera,

ya sea por que

A le dice a B lo que quiere o porque B lo imagina.


Otros ejemplos de formulaciones sobre relaciones de poder son las de Jack H. Nagel[2], quien explica que en “una relación de poder, real o potencial, es una relación causal real o potencial entre las preferencias de un agente en relación con un resultado y el propio resultado”. Por su parte Carl J. Friedrich[3], formula una regla de las reacciones de poder previstas:


“El deseo de A por X hace que B trate de conseguir X ”.


Para Lipovetsky, la atracción es fundamental para el consumo y los medios de comunicación lo saben, la estetización está en todas partes, el capitalismo ahora es artístico, y la fealdad se vende mal. Finalmente, cuestiona el autor: “¿Quién no ha querido un producto en la vida?”. El reto es seguir explorando y posicionarnos ante los mensajes que promueven los medios de comunicación, el capitalismo, nosotrxs y nuestros deseos y/o las necesidades adquiridas que vamos sumando a nuestras listas. ¿Qué nos están comunicando? ¿Qué efectos tiene lo que nos comunican y lo que nosotrxs comunicamos? Las preguntas son claves para generar la autocrítica y reflexión, pues al final reformulando la pregunta de Gilles Lipovetsky: ¿Quién no ha querido una playera con emblema feminista? Hasta para comprar la taza o la playera con slogan: “I love feminism”, hay que cuestionarnos el para qué y sus efectos.






[1] Lipovetsky, Gilles (2015). “La estetización del mundo”, conferencia presentada en la Cátedra Latinoamericana “Julio Cortázar”, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, de la Universidad de Guadalajara.


[2] Nagel, Jack (1975). “A Descriptive Analysis of Power”. New Haven, Yale University Press.


[3] Friedrich, Carl (1937). “Constitutional Government and Democracy”. New York, Macmillan.


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