Renuncia a la maternidad, un ejercicio para la soberanía del cuerpo
- Lilián R.Gutiérrez
- 10 nov 2015
- 6 Min. de lectura
En México la protección de la maternidad constituye un derecho fundamental que los Estados deben respetar y garantizar. El artículo 4º de la Constitución constata la protección a la maternidad libre y voluntaria al proteger el derecho a “decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de sus hijos”. Sin embargo, la interrupción legal del embarazo (ILE) se lleva únicamente a cabo en la ciudad de México, mientras en otros estados el aborto es un delito que se regula a nivel local. Si bien cada Estado cuenta con causales de aborto que permiten la interrupción del embarazo sin sanción legal, estas no se cumplen, lo cual vulnera el ejercicio de derechos de las mujeres (Gire: 2014).
El propósito de escribir sobre este tema es con el fin de generar una reflexión sobre la renuncia a la maternidad y cómo este hecho lleva a las mujeres a vivir un ejercicio de poder sobre sus cuerpos, sin embargo, a consecuencia de esta acción de derecho, surge la idea de una posible génesis a procesos de subalternización debido a la fractura en el mandato de género en lo reproductivo.
La maternidad y el mandato de género en las mujeres.
El género, el sexo y la sexualidad son consideradas tecnologías de construcción de sujetos naturalizados. De acuerdo con Lamas (2012:2), las sociedades organizan la vida social con la idea de que hay ciertas capacidades, sentimientos y conductas que corresponden a hombres y mujeres, esto desde la sexuación que surge del dato biológico. El género, como elemento constitutivo de las relaciones sociales y los significantes de poder en el orden político, económico e ideológico, va construyendo prácticas micropolíticas de la vida. En la lógica cultural de género, la violencia simbólica se impone en las estructuras sociales y en la construcción de los sujetos, valida el orden social como natural, y lo inscribe en los cuerpos, se introyecta en las mentes; los sujetos quedan en disposición de la lógica cultural de dominación de género, la cual se reproduce mediante la crianza y socialización. Es así como los seres humanos adoptan el habitus que hará posible el binomio de lo masculino y lo femenino, de la validación de las diferencias sexuales (Bourdieu:2000).

Pintura por Juan González Alacreu.
El hipercapitalismo, estrechamente ligado a las políticas neoliberales que hegemonizan las políticas nacionales desde los años ochenta, desregulando los mercados con la promesa de traer más prosperidad para todxs, refuerza en la sociedad los modos de vida, el éxito y el fracaso (Lipovetsky, 2010). Lo fundamental es adaptar la universidad, para formar a la persona. En este sentido la universalidad tiene una injerencia colonialista que busca decir a las mujeres cómo tienen que vivir, qué roles deben desempeñar y qué función debe cumplir su cuerpo como un instrumento en el cual se inscriben las diferencias de los sexos, en el binomio de la opresión y el poder. El cuerpo, como elemento primario de la experiencia humana, inscribe consigo posibilidades, mandatos esencialistas en la construcción del ser mujer.
Simone de Beauvoir (1999:464), en el “Segundo Sexo”, genera una crítica sobre la vocación “natural” de la mujer, la cual a partir de su condición anatómica y biológica está orientada a perpetuar la especie, mediante el cumplimiento de su destino fisiológico que se alcanza a través de la maternidad.
Renuncia a la maternidad: insurgencia para la soberanía del cuerpo.
De acuerdo con B. Preciado (2002), el cuerpo es un aparato político denso, como un archivo político de lenguajes y técnicas. Las mujeres, al ser ciudadanas de un proyecto de Estado-Nación, en el cual se cuenta con un marco normativo de derechos sexuales y reproductivos vigente, deben ejercer su derecho a la renuncia a la maternidad, ya sea previniendo ésta desde métodos anticonceptivos, o bien accediendo a servicios de salud pública que respondan a la interrupción del embarazo en condiciones seguras y legales. Simone de Beuavoir (1999:677), escribiría en 1949 en el “Segundo Sexo” que,
El hecho de ser mujer plantea hoy a un ser humano autónomo problemas singulares. El privilegio que el hombre ostenta y que se hace sentir desde su infancia consiste en que su vocación de ser humano no contraría su destino de varón. […]Él no está dividido. En cambio, a la mujer, para que se realice su feminidad, se le exige que se haga objeto y presa, es decir, que renuncie a sus reivindicaciones de sujeto soberano.
Al rechazar la maternidad como proyecto último de la mujer, se rompe con la universalidad de este esencialismo, además de promover la legitimidad de otras formas de vida, de otros proyectos para las mujeres; que si bien pueden ser consideradas como sujetas “abyectas” [1] en la estructura heteronormativa al renunciar a la maternidad como destino fisiológico, también llevan consigo la insurgencia ante la resistencia a este fin.
El desafío político y conceptual consiste en tomar los mandatos de género y desmitificarlos. La ruptura simbólica consiste en generar el quiebre con los sistemas de clasificación donde se marcan justo las diferencias de género, raza, clase. Si bien para Pierre Bourdieu (2000), no hay estructuras sociales inmodificables, hay una distribución desigual de capitales que determinan jerarquías a las que los agentes deberán desafiar para producir cambios. El que algunas mujeres cuestionen el mandato de lo reproductivo como un fin último en el proyecto y construcción del ser mujer, genera una fractura en el esencialismo del binomio mujer-madre. La revolución simbólica en el habitus de la maternidad, será posible cuando se genere un cuestionamiento en torno a la reproducción como una vía esencial para la creación del proletariado moderno que bien explica Silvia Federici.
De acuerdo con Ishita Banerjee (2014:11), el género y lo subalterno pueden converger en una relación. Cuando las mujeres generen una reflexión sobre sus cuerpos y se apropien de estos desde su poder como sujetas de derechos, se podrá resignificar la desposesión de los cuerpos. Mediante la apropiación y control de la reproducción y vida sexual de las mujeres, el Estado y el mercado quedarán desprovistos de la reproducción del capital que crea al proletariado moderno. La renuncia a la maternidad, o bien, la libertad para decidir vivir este proceso reproductivo, es una reflexión y determinación que es fundamental tomen las mujeres desde su poder y deseos, y a partir del cual el Estado y la sociedad garanticen lo necesario para el cumplimiento de derechos fundamentales, para que las mujeres vivan el proceso de lo reproductivo en medidas seguras, dignas. La maternidad, ha implicado para las mujeres la realización del trabajo doméstico, el cual no ha obtenido el reconocimiento pese a ser una de las actividades más productivas para la funcionalidad del capitalismo, pues sin esta labor no podrían darse otras formas de producción, pero pese a esto no tiene una retribución económica y esto genera una distribución injusta de la riqueza (Federici: 2004). Sin embargo, cuando las mujeres renuncian a la maternidad se reproduce una estigmatización y discriminación social. Se les ve como a “las otras”. La mujer pasa de ser sujeto a la otredad, en lo considerado no humano, y lo diferente es objeto de prejuicios, sospecha y rechazo. La mujer como margen fundamental en la construcción del Estado-Nación, es subordinada, vive el mandato de la maternidad como destino, pero al surgir procesos de cuestionamiento conscientes y políticos, existe la posibilidad de vivir la insurgencia, al renunciar al mandato esencialista del ser madre.
La democracia de los cuerpos es la vía de reflexión para tomar acciones que generen la construcción de una soberanía, esa donde el derecho a decidir en la reproducción materna o en la renuncia de ésta, sea titulada por el ejercicio de poder de las mujeres y no por el control social y la dominación del Estado. Como explicará Davis (1975, en Scott: 1996): “Nuestro propósito es comprender el significado de los sexos, de los grupos de género, en el pasado histórico. Nuestro propósito es descubrir el alcance de los roles sexuales y del simbolismo sexual en las diferentes sociedades y periodos, para encontrar qué significado tuvieron y cómo funcionaron para mantener el orden social o para promover su cambio”. Entonces, promovamos el cambio de la maternidad.
[1] Beatriz Preciado en “Manifiesto Contrasexual” (2002), hace referencia a lo abyecto como una característica de la homosexualidad, la cual resulta como un fallo constitutivo en la máquina heterosexual, un accidente sistémico, estigmatizado, antinatural, anormal; pues rompe en beneficio de la estabilidad de las prácticas de producción de lo natural en lo que invoca a la fábrica de los cuerpos sexuales y lo que confiere a lo “real masculino” y “real femenino”.
Referencias
BANERJEE, Ishita (2014). “Mundos convergentes: Género, subalternidad, poscolonialismo”, Ventana, num. 39, pp.7-38. Disponible en: https://colmex.academia.edu/IBanerjee.
BEAUVOIR, Simone (1999). “La mujer independiente”, en: Simone de El segundo sexo. Traducción de Juan García Puente. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, pp.675-709.
BOURDIEU, Pierre (2000). “La dominación masculina”, Barcelona: Editorial Anagrama.
BUTLER, J. (1993). “Cuerpos que importan”. Sobre los límites materiales y discursivos del «sexo». Buenos Aires: Paidós.
FEDERICI, Silvia (2004). “Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria”. Traducción de: Verónica Hendel y Leopoldo Sebastián Touza. Historia, Traficantes de sueños.
LAMAS, Marta (2012). “Dimensiones de la diferencia”, en: J. Cruz Parcero y R. Vásquez, Género, cultura y sociedad. México: Suprema Corte de Justicia de la Nación/Editorial Fontamara.
PRECIADO, Beatriz (2002). “Manifiesto contra-sexual”. Prácticas subversivas de identidad sexual. Madrid: Editorial Opera Prima.
SCOTT, Joan W. 1996 (1986) “El género: una categoría útil para el análisis histórico”, en M. Lamas (comp) El género: la construcción cultural de la diferencia sexual, Colección Las ciencias sociales. Estudios de Género, México: PUEG/Miguel Ángel Porrúa.
TAMÉS, Regina, et al (2014). “Omisión e indiferencia, derechos reproductivos en México”, Informe Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE). México.
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