Desde el Feminismo: Las Resistencias Masculinas al Cambio Social
- Anita Cruzpanteón
- 30 nov 2015
- 7 Min. de lectura
El objetivo del presente documento es abordar el tema de la descalificación de las teorías feministas desde los grupos antifeministas posicionados a partir de su condición privilegiada de masculinidad. En la actualidad los grupos antifeministas se apoyan en todo tipo de argumentos para devaluar a los diferentes feminismos, uno de ellos es el rechazo a sus teorías por haber tenido sus primeras luces (ya como pronunciamiento) en los Estados Unidos de América: nación hegemónica[1] – dominante. Existe una confusión en los grupos de personas que no han llegado a tener un diálogo con las diversas posturas feministas, y que por lo general confunden las verdaderas demandas del feminismo. Se confunden los términos de igualdad, equidad y el reconocimiento de nuestras diferencias individuales.
El feminismo busca en sus diferentes vertientes alcanzar la justicia social, demanda igualdad de oportunidades y derechos, equidad en el sentido de dar más a quien se encuentra en desventaja, en este caso; las minorías que han sido y son históricamente oprimidas y silenciadas, o las no tan minorías que de igual manera han sido invisibilizadas, con esto me refiero a nosotras; las mujeres. Otro de los argumentos antifeministas critica que el feminismo se enfoque únicamente en las mujeres, cuando en realidad, recordando una idea planteada por la Dra. Irma Saucedo[2], no se tiene conocimiento de alguna otra postura, bagaje teórico o movimiento que sea tan abarcador de las injusticias que aquejan a los diversos grupos que son continuamente discriminados, y que a su vez tome en cuenta la línea que cruza de manera transversal las condiciones de clase, edad, etnia y género.
Al hablar de igualdad, lo que se exige es igualdad en oportunidades y derechos, y en este sentido aquellos grupos que pelean por no perder los privilegios que la dominación masculina[3] les brinda, se apoyan en ejemplos y señalamientos burdos, entre ellos: ‘si las mujeres quieren igualdad, entonces debemos tratarlas como a los hombres, pegarles como cuando les pegamos a otros hombres‘ o ‘si quieren igualdad, que carguen ellas los garrafones‘ ,estos ejemplos son tan simplistas que caen en la incongruencia, en ocasiones pareciera una broma, un chiste de mal gusto, pero la realidad nos muestra que a través de estos argumentos vacíos muchos hombres defienden los privilegios que gozan desde su masculinidad hegemónica[4]. Entiendo que no podemos culpar a individuos cuando es la estructura la que nos va moldeando hacia relaciones heteronormadas caracterizadas por la misma dominación masculina y la subordinación femenina.

El feminismo busca la igualdad social, nunca olvidando el reconocer nuestras diferencias individuales, siempre tomando en cuenta desde dónde hablamos, considerando nuestra edad, etnia, raza, clase social y género. Encuentro pertinente en este punto citar a Françoise Carner (1987) quien en el libro coordinado por la historiadora Carmen Ramos Escandón, señala que los hombres y las mujeres no somos una masa homogénea y compacta que actúa con las mismas ideas y los mismos fines. Sin embargo, a veces la ideología a veces explícita y a veces encubierta, pero siempre de origen masculino, sobre la condición y el deber ser femeninos, llega a ser interiorizada a tal grado por las mujeres, que nosotras mismas somos agentes de la transmisión de los valores que se nos imponen y de la reproducción del sistema social que así nos concibe.
Las transformaciones en las relaciones de género que busca el feminismo requieren de modificaciones importantes y necesarias en los estilos de vida masculinos, esto, de acuerdo a Viveros (2007) con el fin de permitir a los hombres compartir equitativamente con las mujeres las diversas responsabilidades que por siglos han sido delegadas a las mujeres. Una de las críticas más fuertes que se ha hecho al feminismo es su carácter universalizante, desde el feminismo blanco de clases sociales privilegiadas se ha considerado a la mujer como un solo sujeto, la crítica poscolonial rechaza el sentido universalizante de este feminismo y señala la importancia de resaltar las diversas experiencias de vida de las mujeres; mujeres en condiciones de pobreza, mujeres que viven en países periféricos, en naciones no hegemónicas, mujeres a quienes el feminismo blanco privilegiado invisibilizó constantemente.
Considero que este ha sido un gran paso para el feminismo, como postura, teoría y movimiento. Desafortunadamente, los grupos reaccionarios, que luchan por mantener sus privilegios desde la masculinidad dominante, utilizan y se apropian de todo tipo de discursos para posicionarse como detractores. Por otro lado y en relación a los estudios de las masculinidades, señala Minello (2011) que las situaciones sociohistóricas en las que surgen los estudios influyen decisivamente en la construcción e interpretación de datos, y nos anima a recordar que las condiciones socioeconómicas, políticas y culturales desde las cuales se han construido las bases de los estudios de las masculinidades difieren de las condiciones que caracterizan a nuestras naciones no hegemónicas.
Por lo tanto es necesario salir de esta visión de un solo sujeto femenino y un solo sujeto masculino, ambos universalizados para permitirnos reconocer nuestras diferencias. La actitud recurrente de la mayoría de los grupos detractores del feminismo es de devaluar su importancia y necesidad, tanto para las mujeres como para otras minorías invisibilizadas y en este sentido se encargan de estigmatizar a las feministas como exageradas o dramáticas, cabe señalar que ha surgido una palabra específica para agredir a los diversos grupos feministas.
La palabra Feminazi es utilizada para quitar valor y denotar que quienes se posicionan como feministas son tan crueles e irracionales como en su momento lo fue el nazismo alemán. Por otro lado existe el discurso que algunos grupos refieren como igualitarista en el cual se resalta la necesidad de evidenciar que los hombres son también víctimas del modelo patriarcal, a quienes les son impuestos roles desde la misma imposición de su género masculino. Estos discursos señalan que los hombres también son violentados por otras mujeres y que ellos de igual manera sufren las consecuencias. A esta postura, el Dr. Nelson Minello responde que aún cuando concuerda con este planteamiento[5], en el cual los hombres también son víctimas, es importante no perder de vista que la figura que históricamente ha sido invisibilizada y dominada, en la actualidad continúa siendo la de las mujeres. A manera de conclusión, considero que a pesar de que existen hombres que viven violencia por parte de sus parejas, no debemos olvidar lo que las estadísticas nos muestran. Los cuerpos de las mujeres son el blanco de la dominación masculina; en el espacio público a través del acoso sexual callejero, las violaciones sexuales, los feminicidios, la violencia en el trabajo, la violencia obstétrica, los abusos en sus propios hogares, estos últimos generalmente ejercidos por personas cercanas a ellas.
[1] El término “hegemonía” fue mencionado por primera vez por Antonio Gramsci, reconocido marxista italiano que tiene un papel importante en la transición del determinismo económico hacia los desarrollos teóricos marxistas más modernos. Para él, las masas debían actuar para provocar una revolución social. Aunque para lograrlo era necesario que las masas llegaran a ser conscientes de la situación en la que se encontraban y del sistema en el que se estaban inmersas (Ritzer, 1997). Gramsci propone el término en un intento de comprender las relaciones de clase (Connell, 1977).
[2] Irma Saucedo es Candidata a Doctora en Sociología por la Universidad Autónoma de Barcelona. Maestra en Sociología por la Universidad Autónoma de Barcelona y Maestra en Ciencias Sociales por la Universidad de Chicago. Actualmente es Directora de Corpórea, S.C. Ha realizado investigación y docencia en los temas: cuerpo e identidad, violencia doméstica y salud. - Durante la mesa de Violencia contra las Mujeres y Acceso a la Justicia que se dio lugar el 6 de julio d 2015 en el Colegio de México, la Dra. Irma Saucedo refirió esta idea.
[3] Dominación Masculina: Este concepto se ha utilizado como otra categoría de análisis, para los estudios de la violencia de pareja. Fue desarrollado desde la perspectiva sociológica por Pierre Bourdieu (2000). “La noción de patriarcado tiene partidarias y retractoras dentro del feminismo. Las primeras la suscriben en tanto permite identificar el conjunto de relaciones sociales que sustentan la dominación de los hombres sobre las mujeres a través de los pactos que ellos establecen, orientados por la interdependencia y la solidaridad, mientras que las segundas afirman que está históricamente asentada en las sociedades antiguas y que, por lo tanto, su aplicación a sociedades contemporáneas es un anacronismo. Optan por el concepto dominación masculina, considerándolo más pertinente para el análisis del carácter de las relaciones entre los géneros. Martha P. Castañeda Salgado, investigadora del CEIICH- UNAM, hace referencia a Celia Amorós y Teresita De Barbieri, a través del texto Metodología de la Investigación Feminista publicado en el año 2008 para describir lo anterior (Castañeda, 2008: 10).
[4] El concepto de masculinidad hegemónica surge a partir de diversos estudios conformados por ideas entrecruzadas que aparecen a principios de los años ochentas y trazan un mapa para explicarse las formas en que éste era aplicado en la investigación sobre hombres y las masculinidades. Estos primeros acercamientos fueron sistematizados en un artículo titulado “Towards a New Sociology of Masculinity” (Rumbo a la nueva sociología de masculinidad) (Carrigan, Connell, and Lee 1985) que de manera extensiva criticaba a la literatura del rol del sexo masculino y proponía un modelo de múltiples masculinidades y relaciones de poder. Este modelo fue integrado a través de un sistema sociológico/teórico del género. El resultado fue un artículo de seis páginas en la publicación Género y Poder de Connell en el año 1987.
[5] El Dr. Minello hace referencia a esta postura y da respuesta a ella durante la sesión impartida el 1 de julio de 2015 en el Curso de Verano Debates Contemporáneos en los Estudios de Género del Colegio de México (PIEM- CES).
Bibliografía
Castañeda, María P. (2008) en Metodología de la Investigación Feminista, Guatemala: Fundación Guatemala.
Connell, R.W. & Messerschmidt, J.W. (2005) Hegemonic Masculinity: Rethinking the concept, Sociologists for Women in Society, 19 (6): 829- 859. DOI: 10.1177/0891243205278639
Minello, N. (2011) Preámbulo, El Orden del Género y los Estudios sobre la Masculinidad en O. M. Hernández, A. A. García & K. I. Contreras (Coords), Masculinidades en el México Contemporáneo (páginas), México: Plaza y Valdés.
Ramos, C. (Coord.), (1987) Presencia y transparencia : La mujer en la historia de México. México : El Colegio de México.
Ritzer, G. (1997) Teoría sociológica Contemporánea, México: Editorial McGraw.
Viveros, M. (2007) Teorías Feministas y Estudios sobre Varones y Masculinidades. Dilemas y Desafíos Recientes, La Manzana de la Discordia, 2 (4): 25- 36.
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